domingo, 24 de enero de 2016

Roberto Arlt desde el 29'

Se pueden decir muchas cosas de Arlt. Que estaba medio loco. Que era un atormentado tan desentonante con el clima del panorama literario de la época. Que pario una poética de la calle que en el mejor de los casos a los consagrados de la cultura les resulto francamente soez y repugnante (Nota: la palabra soez y la cuestión de la repugnancia son abordajes propios de la derecha. El lenguaje soez del que se acusa a Arlt por ejemplo es la contrapartida de ciertas luminarias que se perfilaban desde el barrio de Floresta donde aun cuando la norma consistía en romper las formas de manera lúdica se respetaba la rancia argumentación del escribir bien). Se puede decir que como muchos se murió antes de tiempo. Se puede decir que como pocos supo leer el lenguaje de los arrabales, los conventillos, la calle por la que pululaban anarquistas rusos, prostitutas francesas, comunistas italianos, obreros, y absorber eso para reinventarlo en forma de literatura.
También se puede decir, y es el punto en cuestión de esta pequeña nota, que fue un lúcido lector de los tiempos del porvenir. Quiza la anticipación la hizo la lectura profunda y la conexión casi sentimental que Roberto tenía con la literatura Rusa.
¿A que anticipación temporal refiero? A la de la pag. 30 de la obra "Los Siete Locos" del año 1929.

"¿Usted cree que las futuras dictaduras serán militares?, no señor. El militar no vale nada junto al industrial. Puede ser instrumento de él, nada mas. Eso es todo. Los futuros dictadores serán reyes del petroleo, del acero, del trigo. Nosotros con nuestra sociedad prepararemos ese ambiente."

Son palabras que uno de los personajes mas increíbles de la literatura Argentina haya parido le dirige a Erdosain, el protagonista de la novela. El personaje es el Astrólogo, eminente chiflado con una lucidez en algunos puntos pasmosa y una confusión intelectual que mezcla la extrema izquierda con la extrema derecha (No se que tanta confusión tendría. Como sabemos históricamente en nuestro país muchas veces las experiencias mas izquierdistas jugaron curiosamente para la derecha.) y que da testimonio aquí de nuestro gran drama nacional. Claro que nunca pensó Arlt que al lado de los reyes del trigo en este país se formaría un poder tan inmenso como el de los monopolios mediáticos. Pero quizá estos forzando interpretaciones podríamos decir que también están contenidos en sus palabras. Los reyes son monopolios y se sabe que entre ellos, las manos y las conciencias siempre se las lavan unos a otros. Arlt deslizo sobre la frase final con exquisita maestría el motivo de la culpa suprema por la cual por ejemplo hoy es Mauricio Macri, un fiel representante de estos reyes. Nuestra sociedad a preparado ese ambiente. Cabría preguntarnos entonces por aquellas cosas que hicimos mal para ser derrotados de tal manera y corregirlas. Pero esa tarea excede por mucho la pretensión de esta nota.

De cualquier manera se recomienda lejos de toda esta verborragia, leer siempre a Roberto Arlt. Una buena dosis de su lucidez lacerante le aseguraran a usted el desengaño necesario para poder pensar la amplia relación que existe entre la literatura que rompe con los movimientos de la época y la visión social en la cual se inserta.


  





    

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