Se pueden decir muchas cosas de Arlt. Que estaba medio loco. Que era un atormentado tan desentonante con el clima del panorama literario de la época. Que pario una poética de la calle que en el mejor de los casos a los consagrados de la cultura les resulto francamente soez y repugnante (Nota: la palabra soez y la cuestión de la repugnancia son abordajes propios de la derecha. El lenguaje soez del que se acusa a Arlt por ejemplo es la contrapartida de ciertas luminarias que se perfilaban desde el barrio de Floresta donde aun cuando la norma consistía en romper las formas de manera lúdica se respetaba la rancia argumentación del escribir bien). Se puede decir que como muchos se murió antes de tiempo. Se puede decir que como pocos supo leer el lenguaje de los arrabales, los conventillos, la calle por la que pululaban anarquistas rusos, prostitutas francesas, comunistas italianos, obreros, y absorber eso para reinventarlo en forma de literatura.
También se puede decir, y es el punto en cuestión de esta pequeña nota, que fue un lúcido lector de los tiempos del porvenir. Quiza la anticipación la hizo la lectura profunda y la conexión casi sentimental que Roberto tenía con la literatura Rusa.
¿A que anticipación temporal refiero? A la de la pag. 30 de la obra "Los Siete Locos" del año 1929.
"¿Usted cree que las futuras dictaduras serán militares?, no señor. El militar no vale nada junto al industrial. Puede ser instrumento de él, nada mas. Eso es todo. Los futuros dictadores serán reyes del petroleo, del acero, del trigo. Nosotros con nuestra sociedad prepararemos ese ambiente."
Son palabras que uno de los personajes mas increíbles de la literatura Argentina haya parido le dirige a Erdosain, el protagonista de la novela. El personaje es el Astrólogo, eminente chiflado con una lucidez en algunos puntos pasmosa y una confusión intelectual que mezcla la extrema izquierda con la extrema derecha (No se que tanta confusión tendría. Como sabemos históricamente en nuestro país muchas veces las experiencias mas izquierdistas jugaron curiosamente para la derecha.) y que da testimonio aquí de nuestro gran drama nacional. Claro que nunca pensó Arlt que al lado de los reyes del trigo en este país se formaría un poder tan inmenso como el de los monopolios mediáticos. Pero quizá estos forzando interpretaciones podríamos decir que también están contenidos en sus palabras. Los reyes son monopolios y se sabe que entre ellos, las manos y las conciencias siempre se las lavan unos a otros. Arlt deslizo sobre la frase final con exquisita maestría el motivo de la culpa suprema por la cual por ejemplo hoy es Mauricio Macri, un fiel representante de estos reyes. Nuestra sociedad a preparado ese ambiente. Cabría preguntarnos entonces por aquellas cosas que hicimos mal para ser derrotados de tal manera y corregirlas. Pero esa tarea excede por mucho la pretensión de esta nota.
De cualquier manera se recomienda lejos de toda esta verborragia, leer siempre a Roberto Arlt. Una buena dosis de su lucidez lacerante le aseguraran a usted el desengaño necesario para poder pensar la amplia relación que existe entre la literatura que rompe con los movimientos de la época y la visión social en la cual se inserta.
domingo, 24 de enero de 2016
lunes, 18 de enero de 2016
Piglia entre la tradición y la vanguardia:
Piglia recorre a través de un texto corto que versa
sobre Saer y la entrevista alojada en “La literatura por escritores
Argentinos.” Los dos tipos de postura en las que puede alojarse, críticamente,
su obra.
Piglia es minucioso. Rechaza las convenciones
literarias que tienden a canonizar los textos, a conformar un corpus literario.
Rechaza la noción de canon literario. Él prefiere hablar de tradición. ¿Qué
encierra este concepto de tradición? Para Piglia la tradición es pensar en la
estructura misma de la literatura. Su forma manifiesta, su poética inherente.
Saer encarna esa tradición porque su poética trabaja con la forma de la
literatura, la expresión de esas formas es la obra. Por eso es que nuestro
escritor va a tomarlo como un ejemplo paradigmático de esto.
La literatura se compone, sobre esta concepción, no
solo de lo que dicen los escritores, sino de lo que pueden mostrar y lo que se
puede interpretar a través de ellos.
Podríamos aproximarnos a la obra, a una comprensión
parcial de la obra de Piglia entendiendo esta concepción. La literatura es
tradición (forma) y análisis (lo que se muestra y lo que se ve). Pensarla exige
un conocimiento de esta tradición por un lado y el análisis introspectivo por
el otro. Son dos movimientos en la misma situación. La de experimentar a través
de la poética de las formas a la literatura, insertándose en la tradición. Pero
no podemos condensar exclusivamente a Piglia en la tradición sin pensar la relación
que guarda esta con la vanguardia.
He aquí aparentemente la primera encrucijada, el
primer momento pretendido en esta oposición de conceptos (Tradición vs.
Vanguardia). Decimos aparentemente porque la concepción clásica de ambas
posturas nos dicta que mientras tradición es resistencia cultural de
expresiones consideradas como nacionales, la vanguardia son movimientos
estéticos extranjerizantes que vienen a romper con esa tradición. Pero Piglia
define a la vanguardia como una posición literaria desnaturalizada fuera de la
cultura. A espaldas de la cultura. Esto es fundamental para entender porque esa
pretendida oposición de conceptos se funde en Piglia. La vanguardia ve a la
cultura como cultura dominante y esta es una zona de problematización, de discusión,
de enfrentamiento de concepciones.
Entonces estas posturas que parecen no tener
confluencia no son tan disímiles. Hilemos mas fino. Aquí entran en juego los
análisis entre tradición/canon (Como oposiciones) y la función de la cultura. A
la cual Piglia va a permitirse estudiar desde la obra de Saer.
Conocer el canon no es insertarse en la tradición, no
es estar dentro de una determinada tradición literaria. ¿Por qué? Porque todos
atravesamos en mayor o menor medida por el canon, lo conocemos a través de
nuestra formación. Por ejemplo el secundario, donde conocemos textos como el
Quijote de Cervantes, o el Martín Fierro de Hernández.
¿Qué es
entonces esto de la tradición finalmente? Dijimos que era la forma manifiesta
de la literatura pero apropiarse de lo nacional, conocerlo es una de esas
formas de la tradición. Generalmente asociamos que es la única manera de
hacerlo y he aquí el error común sobre el cual nos advierte lucidamente Piglia.
Pensemos por un momento en la figura (a esta altura
ya mítica en nuestras letras) de Jorge Luis Borges. Borges reconstruye nuestro
concepto desde tradición, porque va a apropiarse de tradiciones literarias
extranjeras, e insertarlas en la nuestra. Su elaborada y compleja literatura,
ese vértigo que es su genio literario le permite tomar a Bernard Shaw o León
Bloy e insertarlos a través de su obra en las maneras que tenemos de pensar la
literatura en este lado del mundo. Piglia lo sabe a esto, sabe también que la
poética de Saer esta íntimamente emparentada a otras tradiciones. La
localización, la apropiación de los métodos de análisis introspectivo que por
ejemplo podemos encontrar en William Faulkner también los encontramos en Saer.
Son relatos comunes que se sobrescriben, se reinterpretan, se funden en nuevas
visiones de ese mismo plano literario.
Piglia comparte esto con Saer, la visión de
reivindicación y apropiación de literaturas extranjeras. La tradición es así
una forma fundante, inicial, en la literatura.
Fundante, inicial, maneras de escribir e interpretar,
de crear e insertarse en una tradición. Entendiendo esta noción podemos ver que
Piglia no concibe la vanguardia como un rompimiento, una fractura con la
tradición. La vanguardia rompe con el canon literario que forma la cultura con
mayúscula, la cultura del manual, la cultura anquilosada de lo establecido.
La cultura dominante es siempre la propiedad privada
del poder dominante y es esto lo que debe ponerse (para Piglia) en cuestión. La
vanguardia es un momento de esa tradición pensándolo de esta manera. Es la
expresión de ese movimiento dialéctico de interpretación/discusión/nueva visión
con la cual Ricardo Piglia va a construir, a su vez, una tradición distinta a
la manera en la que se suele pensar a la literatura Argentina.
A manera de prólogo:
Inagurar un blog no me parece una tarea sencilla, no es una tecnología a la que me encuentre habituado. Creo sin embargo que en un mundo como el de hoy permanecer al margen de lo que precisamente el siglo de la información nos ofrece es permanecer al margen de una de las maneras de comprender la realidad. No puede comprenderse esta sin comprender los fenómenos de las redes sociales, Internet, google, y toda esa increíble parafernalia comunicacional. Claro que lo que posibilita la información también es una gran fuente de desinformación masiva, pero nos gusta creer que entre tanto lió en el mundo aun podemos hallar un poco de orden en nuestras enquilombadas cabezas (El choreo se lo debo a un personaje de Umberto Eco) . Escribo no por necesidad de polemizar sino precisamente por necesidad de escribir.
¿Que pienso escribir?. Imaginemos por un momento que este es un espacio absolutamente libre donde se pueden publicar desde comentarios sobre películas hasta cuestiones literarias o políticas que me apasionan. Apuntamos a eso precisamente...a lograr un pequeño resquicio desde el cual poder expresarnos.
¿Que pienso escribir?. Imaginemos por un momento que este es un espacio absolutamente libre donde se pueden publicar desde comentarios sobre películas hasta cuestiones literarias o políticas que me apasionan. Apuntamos a eso precisamente...a lograr un pequeño resquicio desde el cual poder expresarnos.
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